Erdogan teme que el nuevo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, no reciba con agrado sus bravuconadas y limite sus maniobras en la región.
Turquía durante la administración Trump
Cuando Donald Trump asumió la presidencia, en el 2016, muchas naciones se preguntaron qué clase de política exterior implementaría su administración.
Uno de los países que movió las primeras fichas entonces fue Turquía. Vio con buenos ojos el aislacionismo de la nueva administración estadounidense. Esto le proporcionaba a Erdogan la libertad necesaria para cumplir con sus objetivos.
El régimen de Ankara optó por dar inicio a una agresiva campaña de militarización, extrema violencia y limpieza étnica. Persiguió y hostigó a sus enemigos en Siria y en toda la región.
Ahora, sin embargo, todo hace pensar que con la administración Biden Turquía estará más limitada. Erdogan ya no tendrá acceso ilimitado a la administración estadounidense y contactos centrales como Joy Rayburn y James Jeffrey ya no servirán como intermediarios entre Ankara y Washington. Ha llegado un nuevo gobierno a la Casa Blanca y esto representa un problema para el régimen turco.
Durante la administración Trump a Turquía se le permitió hacer casi lo que quiso: invadir Afrin en Siria, albergar a Hamas, reclutar mercenarios sirios, promover una guerra contra los armenios, amenazar a miembros de la OTAN e incluso amenazar a tropas de los Estados Unidos en Siria.
Soplan nuevos vientos
En Ankara se ve con preocupación la victoria de Biden. El líder turco teme que la administración del nuevo presidente de los Estados Unidos deje de escucharlo y que no acepte sus chantajes y amenazas.
Esta preocupación turca se verifica en la moderación que han adoptado sus políticas en la región desde la victoria del nuevo mandatario del Norte.
Hasta el año 2016 el país turco había mantenido una política moderada en su región. De hecho, apostó a la creación de alianzas y colaboración con sus vecinos. Incluso, el partido gobernante actual, llegó al poder con promesas de reconciliación con Armenia y los kurdos residentes en el país.
A partir del 2016 la política turca dio un giro tanto interna como externamente. Las ambiciones totalitarias de Erdogan comenzaron a hacerse sentir. Pronto implementó el terror hacia periodistas opositores y disidentes a lo largo de todo el país. Hoy podríamos asegurar, sin temor a equivocarnos, que el régimen turco es el gobierno que mantiene la mayor cantidad de periodistas presos en el mundo.
La oposición política tampoco pudo mantenerse a salvo de los atropellos antidemocráticos del gobierno turco. El presidente turco intentó anular los resultados electorales que favorecieron al partido opositor HDP y permitido ganar presencia en municipios y en el propio parlamento.
¿Fin del totalitarismo en Turquía?
Se estima que durante la invasión de Ankara unas 350.000 personas fueron expulsadas de sus hogares. Por su parte, unos 200.000 han sufrido la persecución, hostigamiento y tortura del gobierno turco. Como ya se ha señalado, periodistas como Can Dundar han sido exiliados o apresados y alcaldes o funcionarios de la oposición han sufrido el acoso o la remoción de sus cargos público. Para todas estas personas, los últimos cuatro años del régimen turco han sido una pesadilla.
Erdogan siente que su época de abusos comienza a decrecer. Ya no podrá utilizar a sus portavoces en retirada en la Casa Blanca o el Pentágono. Su única opción para los próximos tiempos será la de tomar la senda de la reconciliación, con aquellos a quienes ha estado perjudicando; de persistir en su postura beligerante, tendrá que afrontar las consecuencias.
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