Tensión creciente entre Washington y Riad
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, admitió el jueves el fracaso de una de sus apuestas de política exterior más importantes y peligrosas: una alianza con el líder de facto de Arabia Saudita, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, vinculado a abusos contra los derechos humanos.
La vergonzosa reunión de Biden con Mohammed bin Salman en julio fue un modesto intento de enmendar las relaciones con la potencia petrolera más poderosa del mundo. Se produjo en un momento en que Estados Unidos buscaba el respaldo saudita para oponerse a la invasión rusa de Ucrania y resolver el consiguiente aumento de los precios del petróleo.
Ese choque de puños fue seguido por una bofetada en la cara del príncipe Mohammed esta semana: un recorte masivo en la producción de petróleo por parte de la OPEP. Esto, sin dudas, favorecerá a Rusia en su guerra contra Ucrania e impulsará la inflación, empujarando los precios de la gasolina a niveles que enfurecerán a los votantes. Este crítico panorama se presenta antes de las elecciones de medio mandato en EE. UU., socavando las perspectivas electorales de Biden y los demócratas.
Cuando se le preguntó sobre el comportamiento de Arabia Saudita, Biden dijo este jueves a los periodistas que estaba “decepcionado” y que “hay problemas” en las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita.
Varios congresistas demócratas pidieron el jueves que Estados Unidos responda dejando de proporcionar armas y protección militar a Arabia Saudita, lo que ha sucedido durante décadas. La relación se basa en que Estados Unidos brinda protección al reino contra sus enemigos externos, y Arabia Saudita suministra a los mercados globales suficiente petróleo para mantener su estabilidad.
El representante demócrata de Nueva Jersey, Tom Malinowski, calificó los recortes en la producción de petróleo como un “acto hostil” y llevó a otros dos legisladores a presentar una legislación que permitiría el retiro de las tropas estadounidenses y las baterías de misiles Patriot del reino.
“Los estadounidenses recordarán durante mucho tiempo lo que Arabia Saudita hizo para ayudar a Putin a seguir librando su vil, vil guerra contra Ucrania”, dijo el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, quien agregó: “Estamos analizando todas las herramientas legislativas para lidiar mejor con este siniestro acto”.
Sin embargo, el portavoz adjunto del Departamento de Estado de EE. UU., Vidant Patel, dijo el jueves que Estados Unidos no tiene planes en este momento de retirar personal o equipo militar de Arabia Saudita.
El Congreso y la administración respondían al anuncio de un recorte mayor al esperado de 2 millones de barriles por día por parte del grupo OPEP Plus, encabezado por Arabia Saudita y Rusia. Es probable que la reducción de la producción haga subir los precios, aumentando los ingresos del petróleo que Rusia utiliza para seguir librando su guerra en Ucrania, a pesar de las sanciones internacionales lideradas por Estados Unidos. Esto desestabilizaá aún más una economía global que ya sufre escasez de energía.
El ministro de petróleo saudí, Abdulaziz bin Salman, medio hermano del príncipe heredero, insistió durante la sesión de la OPEP Plus en que no hubo “agresión” en el procedimiento.
La administración dice que están buscando formas de mitigar el impacto de la decisión de la OPEP.
Un funcionario estadounidense dijo el jueves que las ventas de armas en el extranjero dependen, en última instancia, de la aprobación o desaprobación del Congreso, por lo que depende de los legisladores decidir implementar recortes de armas estadounidenses a Arabia Saudita. El funcionario habló bajo condición de anonimato para discutir la posición del gobierno al respecto.
El funcionario describió el viaje de Biden a Arabia Saudita y las reuniones con los líderes de Medio Oriente como pasos hacia la construcción de relaciones en toda la región. Además, señaló que la reunión de Biden con el príncipe heredero está en línea con otras sesiones con aliados y adversarios, incluido Putin.
Como candidato, Biden prometió enfáticamente convertir a la familia real saudí en un “paria”, por los abusos contra los derechos humanos, en particular por la muerte del periodista estadounidense Jamal Khashoggi. Khashoggi fue asesinado por funcionarios saudíes en 2018, dentro del consulado de Arabia Saudita en Estambul.
La inteligencia de EE. UU. concluyó formalmente que el príncipe Mohammed ordenó o aprobó el asesinato de Khashoggi.
Biden decepcionó a los activistas de derechos humanos cuando decidió no castigar directamente al príncipe Mohammed, y citar su alta posición en el reino y la asociación estratégica de Estados Unidos con Arabia Saudita.
Luego, la invasión rusa de Ucrania en febrero exacerbó un mercado petrolero mundial ya ajustado, elevando los precios de la gasolina y la inflación general. Un funcionario aliado de Israel y algunos miembros de la administración han argumentado que las relaciones fluidas entre Riad y Washington deberían ser una prioridad para Estados Unidos.
Con los precios estadounidenses en alza y las encuestas señalando una caída de Biden en picada, los altos funcionarios de la administración comenzaron a trasladarse al Golfo, donde buscaban sofocar la ira del príncipe Mohammed por las declaraciones electorales de Biden. Esto llevó a Biden a hacer su primera visita como presidente a Arabia Saudita en julio, en un intento por normalizar las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita y asegurar los suministros mundiales de petróleo.
En Yeda, Biden dejó de ofrecer el ansiado apretón de manos. El presidente estadounidense luce demasiado débil y encorvado, si lo comparamos con el príncipe Mohammed, de treinta y siete años. Por esta razón, Biden le ofreció un puño con puño, algo que no concuerda con su personalidad. El príncipe Mohammed respondió de la misma manera. Cuando sus nudillos se tocaron, la sonrisa en los rostros de ambos fue fugaz.
Los críticos han deplorado el contacto de Biden con el príncipe, a quien se acusa de ordenar encarcelamientos, secuestros, torturas y asesinatos contra quienes se oponen a él o expresan puntos de vista diferentes, incluidos los miembros de la familia real.
Khaled Al-Jabri, hijo de Saad Al-Jabri, exministro de Estado saudí, acusó al príncipe Mohammad de enviar sicarios tras él en 2018, así como de arrestar a dos de sus hijos para obligarlo a regresar al país. El príncipe Mohammed niega cualquier irregularidad directa, aunque, como líder saudí, asegura ser responsable de los acontecimientos durante su reinado.
Khaled, quien al igual que su padre vive en el exilio, utilizó un argumento del que se hicieron eco legisladores demócratas, defensores de los derechos humanos y otros actores:
“Ese es uno de los principales defectos en la política de Biden hasta ahora. En este tipo de acercamientos entre Estados Unidos y Arabia Saudita, fue desequilibrado. Se trató de concesiones unidireccionales. Esto no funciona con Mohammed bin Salman”.
Arabia Saudita ha dado dos pasos desde la visita de Biden que han beneficiado a Estados Unidos. Estuvo entre los mediadores que recientemente lograron la liberación de estadounidenses y otros extranjeros capturados por Rusia mientras luchaban por Ucrania. Además, la OPEP Plus logró un modesto aumento en la producción de petróleo poco después de la visita. El funcionario estadounidense citó el acuerdo de Arabia Saudita para permitir la entrada de civiles israelíes en territorio saudí como uno de los beneficios del viaje de Biden.
Sin embargo, los recortes posteriores en la producción de petróleo compensaron las ganancias anteriores. El príncipe Mohammed y otros funcionarios saudíes también mantuvieron cálidos tratos con funcionarios rusos. Los defensores de los derechos humanos denunciaron una serie de sentencias de prisión de varias décadas impuestas a hombres y mujeres saudíes por escribir tuits críticos con el príncipe.
Para noviembre, la administración Biden tendrá que decidir si hacer o no una nueva concesión importante al príncipe. Un tribunal estadounidense fijó este plazo para decidir si conceder o no inmunidad legal a Mohammed ante la demanda en un tribunal federal de EE. UU. por el asesinato de Khashoggi.
Está previsto que los legisladores se retiren de Washington hasta después de las elecciones intermedias del 8 de noviembre. A su regreso, se concentrarán en financiar las agencias federales durante todo el año fiscal hasta septiembre de 2023. Las probabilidades de que un Congreso cojo adopte el proyecto de ley presentado por Malinowski y los otros dos legisladores son escasas.
El aumento de los precios de la gasolina será una mala noticia para los demócratas de cara a las elecciones intermedias. Por su parte, los republicanos están ansiosos por beneficiarse políticamente del impacto de la alta inflación y el aumento del costo de vida.
El senador Dick Durbin, segundo demócrata más alto en el Senado, reaccionó con dureza al anuncio de la OPEP.
El jueves tuiteó: “Desde preguntas sin respuesta sobre el 11 de septiembre y el asesinato de Jamal Khashoggi, hasta conspirar con Putin para castigar a Estados Unidos con precios del petróleo altísimos, la familia real saudita nunca ha sido un aliado confiable para nuestra nación. Es hora de que nuestra política exterior imagine un mundo sin su alianza”.
Cambios en el apoyo militar estadounidense a los saudíes
El asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dijo que las opciones del presidente Joe Biden para reevaluar las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita incluyen “cambios en nuestro enfoque de la asistencia de seguridad a Arabia Saudita“.
Sullivan se negó a dar más detalles y dijo que Biden se tomaría un tiempo para consultar con los legisladores estadounidenses después de las elecciones intermedias de noviembre.
Los recortes de producción por parte del grupo productor de petróleo OPEP+, que incluye a Arabia Saudita y Rusia, provocaron un choque público inusual entre la administración Biden y los líderes saudíes, mientras que el Congreso pidió detener las ventas de armas de Estados Unidos al reino.
“El presidente no actuará de manera imprudente”, dijo Sullivan. Y añadió que Biden “se tomará su tiempo para consultar con los miembros de ambos partidos, permitir que el Congreso regrese y sentarse con ellos personalmente para analizar las opciones”.
“Estas opciones incluyen cambios en nuestro enfoque de la asistencia de seguridad a Arabia Saudita, pero no me adelantaré al presidente”, dijo Sullivan.
Biden dijo la semana pasada que habría “algunas consecuencias” para Arabia Saudita por “lo que hicieron con Rusia“.
Cuando se le preguntó sobre la posibilidad de una reunión, Sullivan dijo que Biden “no tenía planes” de reunirse con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, en la cumbre del G20 el próximo mes en Indonesia.
Conclusión
La alianza entre Washington y Riad se ha resquebrajado en los últimos tiempos debido a la mano de hierro con que el príncipe heredero saudí gobierna el país, así como por su influencia criminal en la región e incluso en Occidente. La debilidad de la administración Biden ha alimentado las ambiciones autocráticas de Mohammed bin Salman, aunque esto signifique socavar los intereses estadounidenses.
Su vínculo cada vez más estrecho con el criminal de guerra Vladimir Putin, ubican hoy a Arabia Saudita, más que como un aliado, como un adversario e incluso un enemigo de la política exterior de Estados Unidos. A pesar de esto, Biden continúa negándose a emitir sanciones que frenen el terror saudita. “¿Por qué?”, se preguntan decenas de funcionarios y miles de ciudadanos estadounidenses preocupados por las libertades individuales y los derechos humanos en su país y el resto del mundo.
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