Las repercusiones en Turquía de las declaraciones del primer ministro italiano
Las declaraciones del primer ministro italiano, Mario Draghi, han caído muy mal en Turquía. Al ser consultado sobre el incómodo episodio que tuvo que sufrir la presidenta de la Comisión Europea en una reunión con el presidente turco, Draghi trató a Erdogan de “dictador”. Esto ha provocado levantado polvareda en las relaciones diplomáticas entre Roma y Ankara.
Al ser consultado sobre las declaraciones de Draghi, Recep Tayyip Erdogan declaró: “Son de una falta total de educación, una impertinencia“.
En Turquía, insultar a Erdogan se suele pagar caro. Según registros estadísticos del Ministerio de Justicia turco, 36.000 personas han sido investigadas en 2019 por “insultar al presidente”. Un tercio de ellas fueron llevadas a juicio y de ese total 2.637 terminaron en prisión.
“A ti no te han elegido, simplemente te han designado para el puesto. Antes de expresarte así contra Tayyip Erdogan deberías conocer un poco más sobre tu historia. Pero parece que no tienes mucha idea“, ha dicho el presidente de Turquía.
En días precedentes a las declaraciones de Erdogan, varios ministros y funcionarios turcos lo “invitaron” a Draghi a buscar dictadores en la historia de su país y no en Turquía.
Erdogan reconoció que esta polémica hará daño a las relaciones bilaterales. “Justo cuando pensábamos en entrar en una buena etapa de relaciones con Italia, este tipo llamado Draghi ha echado a perder estas intenciones con semejantes declaraciones“, lamentó.
La semana pasada, el Ministerio de Exteriores turco citó al embajador italiano para transmitirle las protestas por estas palabras. En los últimos días Turquía ha cancelado el encargo de 10 helicópteros AW169 valuados en 70 millones de euros a una empresa italiana. Por otra parte, son varias las empresas italianas con negocios en Turquía que han recibido algún tipo de advertencia.
Erdogan el tirano
No es nada nuevo el hecho de que el Gobierno de Erdogan se lleve mal con la crítica. Los atropellos a la libertad de expresión y la persecución a opositores son moneda corriente en un país en el que se han clausurado prácticamente todos los medios de comunicación críticos al Gobierno y en el que existen miles de periodistas exiliados. El “insulto al presidente” puede llevar a la cárcel, y el criterio que establece qué es un insulto y qué no lo es, es absolutamente arbitrario.
El contexto de la Turquía actual permite suponer que, si por Erdogan fuera, Daghi estaría hoy en la cárcel; y cumpliendo una pena nada menor.
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