El gobierno talibán continúa restringiendo libertades a las mujeres
Desde su llegada al poder en Afganistán, los talibanes han generado fuertes críticas debido a las medidas controvertidas que han implementado, especialmente en lo que respecta a las mujeres.
Las mujeres, tanto adultas como niñas, están siendo víctimas de una brutal opresión por parte del gobierno talibán. Estas acciones son consideradas crímenes de lesa humanidad, según el derecho internacional.
Algunas de las restricciones impuestas incluyen: la prohibición de asistir a colegios y universidades, lo que priva a las mujeres de educación; la limitación de su derecho al trabajo; la imposición de restricciones en su forma de vestir; la negación de acceso a salones de belleza; la obligatoriedad de estar acompañadas por un ‘mahram’, un hombre de parentesco cercano como padre, hermano o esposo, al salir de sus hogares; la prohibición de participar en actividades deportivas; y la denegación de su libertad para elegir con quién casarse y para expresarse libremente.
Recientemente, los talibanes han ampliado estas restricciones al prohibir a las mujeres el acceso a uno de los parques más reconocidos de Afganistán, conocido como Ben-e-Amir.
Un portavoz del Ministerio de Vicios y Virtudes afgano anunció esta medida, alegando que las mujeres no habían seguido adecuadamente el protocolo del hiyab al visitar el parque situado en la provincia de Bamiyán.
El ministro Mohammad Khalid Hanafi respaldó esta norma al afirmar: “El turismo no es una obligación para las mujeres”.
Sin embargo, las críticas a nivel mundial han sido contundentes, especialmente por parte de la organización Human Rights Watch, que denunció:
“Los talibanes no solo privan a las mujeres y niñas de educación, empleo y movilidad, sino que también buscan limitarles el acceso a espacios públicos, deportes y ahora incluso a la naturaleza, como lo evidencia la reciente prohibición de que las mujeres visiten Band-e-Amir“.
Desde noviembre pasado, los talibanes ya habían prohibido a las mujeres el uso de espacios públicos en general, justificando estas restricciones como necesarias para cumplir con la sharia y la cultura afgana.