Turquía bajo Erdogan, cada día más conservadora
Este sábado Turquía se retiró de la Convención de Estambul, un tratado firmado por 45 países para prevenir y combatir la violencia contra las mujeres.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, tomó esta medida mediante decreto. Erdogan es un líder islamista y conservador. Su forma de gobernar es autoritaria y la sufren opositores, periodistas independientes (que ya casi no quedan: la mayoría se encuentran exiliados o en la cárcel) y todo aquel que se lo oponga. En los últimos tiempos, incluso, ha arremetido contra los movimientos estudiantiles y los grupos LGBT, a los que considera “degenerados al servicio de Occidente”.
No obstante, el propio Erdogan había firmado este tratado en el 2011, en su condición de primer ministro turco. En mayo de ese año Turquía integró, de hecho, el grupo de 14 Estados pioneros, que se comprometieron en la lucha contra la violencia a la mujer ante el Consejo de Europa.
La República de Turquía se ha convertido en el primer Estado en retirarse del tratado, luego de haber sido, paradójicamente, el primero en ratificarlo.
“Bajo la orientación y el liderazgo de nuestro presidente, seguiremos luchando para que las mujeres participen más en la vida cultural, económica, social y política”, señaló Fahrettin Altun, director de Comunicación de la Presidencia de Turquía.
El año pasado, ante la noticia de que el gobierno turco tenía la intención de abandonar el tratado, miles de personas se manifestaron en distintas ciudades del país.
El partido de Erdogan considera que el tratado promueve la homosexualidad
En agosto del 2020 el presidente Erdogan afirmó que Turquía se retiraría del acuerdo “si la gente lo deseaba”. Por su parte, anunció la intención de crear una adaptación del mismo a la realidad turca.
El AKP recibió presiones de distintos grupos islamistas para abandonar el tratado. Desde estos sectores se argumentó que determinados artículos del acuerdo son perniciosos para “la estructura familiar” y atentan contra los “valores nacionales”.
Asimismo, consideraban que el documento “promueve la homosexualidad” al utilizar términos como “orientación sexual”. También sostuvieron que, al referirse a “personas que viven juntas”, sin especificar si están casadas, se produce un ataque a los valores familiares.
Según los cálculos de Bianet, una ONG que lleva el registro de los casos de violencia de género en Turquía, 284 mujeres fueron víctimas de feminicidio en ese país durante el 2020.
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