Erdogan no olvida ni perdona
Este miércoles 233 personas han sido condenadas en Turquía por haber formado parte del intento de golpe de Estado de 2016. A cada uno de ellos se los acusa de haber querido socavar el orden constitucional, de atentar contra la vida del presidente y de ser parte de la cofradía Gülen. Felluah Gülen es un líder religioso islamista que vive exiliado en Estados Unidos desde hace veinticinco años y a quien se acusa de conspirar contra el régimen de Erdogan.
Varios seguidores de la cofradía se infiltraron en el Gobierno turco durante la década del 2000. De hecho, el propio Erdogan colaboró con la misma, permitiendo que construyese un Estado paralelo. Gülen y Erdogan eran amigos y aliados políticos por entonces.
De aliados a enemigos políticos
Sin embargo, en 2012 comenzaron los problemas entre ambos. El Gobierno turco comenzó a perseguir a la cofradía. Para entonces, los gülenistas se habían infiltrado en todos los cuerpos del Estado. Se encontraban gülenistas en las escuelas, universidades, juzgados, ejército, policía y, naturalmente, en el Gobierno.
La guerra entre Erdogan y Gülen llegaría a su punto más crítico el 15 de julio de 2016, en un fallido golpe de Estado en el que murieron 251 personas.
Luego de conocerse la sentencia, el presidente Erdogan se dirigió al Parlamento turco y vinculó el fallido golpe de Estado con el CHP, el principal partido opositor al Gobierno. Asimismo, responsabilizó a un grupo de ex militares que, días atrás, publicaron un manifiesto en el que expresaban su preocupación ante un eventual retiro de Turquía de la Convención de Montreaux, un tratado internacional sobre el control de circulación por los estrechos del Bósforo y los Dardanelos. Catorce de los firmantes del manifiesto han sido detenidos bajo la acusación de escribir un “documento golpísta”.
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