En menos de un mes Israel sufrió la explosión de un carguero en el Golfo de Omán y el peor desastre medioambiental de su historia, a causa del derramamiento de toneladas de petróleo frente a su costa Mediterránea.
Para el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, la República Islámica de Irán “sin dudas” estaba detrás de la explosión del barco israelí Helios Ray. Por su parte, Guila Gamliel, ministra de Medio Ambiente, no dudó en señalar a Irán como el responsable del desastre ecológico en aguas israelíes.
Las características del ataque se asemejan a otras ejecutadas en el pasado por Irán. Al utilizar una mina de lapa por encima de la línea de flotación, se provoca una gran explosión, sin la posibilidad de causar un hundimiento. Este acto habría permitido al régimen enviar un claro mensaje a Israel, sin correr el riesgo de precipitarse hacia una escalada bélica de incalculables consecuencias. Por otra parte, los ataques con minas de lapa facilitan a su ejecutor la posibilidad de mantenerse en el anonimato. Irán se especializa en los ataques con este tipo de minas.
Teherán ha sufrido una serie de duros golpes en los últimos tiempos. Los más importantes de ellos han sido las muertes del general Soleimani, en enero del 2020, y del científico nuclear Fakhrizadeh, en noviembre del mismo año. Soleimani fue abatido por los Estados Unidos en los alrededores de un aeropuerto iraquí. Fakhrizadeh, por su parte, fue acribillado en las afueras de Teherán, se presume que por agentes infiltrados al servicio de Israel.
Si bien no existen pruebas concretas que demuestren la culpabilidad iraní en ambos incidentes, no sería extraño que Teherán haya estado detrás tanto de uno como de otro episodio.
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