Irán ve en América Latina una oportunidad
Durante muchos años, Brasil ha sido un socio comercial muy importante para Irán en la región. La República Islámica no solo ha visto en Brasil una oportunidad más para fortalecer lazos políticos y económicos con otras naciones, sino también como un área geográfica en la cual influir y expandir su prédica.
Irán es una nación cada día más aislada. Esto lleva al régimen a buscar desesperadamente ampliar su lista de socios. De este modo podría contrarrestar el rechazo de la comunidad internacional a su programa nuclear y a sus actividades terroristas en Oriente Medio.
Para este fin, Teherán ha creado unos 40 centros culturales chiíes en casi 20 países. Según expertos en inteligencia, la mayoría de estos centros funcionan como redes de espionaje, que recopilan información que va a parar a las embajadas iraníes y de allí a Teherán.
Centros de operaciones proiraníes disfrazados de instituciones culturales
En lo que concierne a América Latina, estos espacios culturales funcionan como centros de planificación y de reclusión de espías. Además, mantienen estrechos contactos con células terroristas como Hezbolá, asentadas en la llamada Triple Frontera, una franja territorial compartida por tres países: Brasil, Argentina y Paraguay.
El principal promotor de estas actividades es el empresario y líder religioso Ahmad Ali Saifi, un personaje oscuro de origen libanés, al cual se ha asociado con grupos como al-Qaeda y Hezbolá.
En la actualidad, más de 5 millones de inmigrantes libaneses y sus descendientes viven en Brasil y Argentina. Esto ha supuesto una ventaja para grupos aliados de Irán en la región, como es el caso de Hezbolá. Hezbolá ha sido acusado de participar en ataques terroristas memorables en Argentina, como fueron el atentado a la Embajada de Israel, en 1992, y la voladura al edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994. Más de un centenar de personas perdieron la vida en estos atentados.
El aislamiento del país persa ha llevado al régimen iraní a ver a América Latina como una región de posibilidades. Sus células ya están operando en la región, a través de personajes de la influencia de Ahmad Ali Saifi. Esto supone una amenaza a la que los gobiernos y la sociedad civil latinoamericana deberían estar atentos.
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