Ante la pasividad de Joe Biden, el régimen iraní avanza en sus planes regionales
Desde el momento en que Joe Biden ingresó a la Casa Blanca, Irán no ha cesado de aumentar su agresividad y su actitud desafiante.
Por una parte, su programa nuclear se ha acelerado y ha restringido la supervisión de inspectores internacionales, violando así las condiciones del acuerdo nuclear firmado en 2015.
Por otra parte, ha ejecutado múltiples ataques a posiciones estadounidenses en Irak, con el propósito de que Estados Unidos retire sus fuerzas de allí, así como también las de Siria. Además, ha aumentado los ataques en Arabia Saudita, a través de los hutíes en Yemen.
Finalmente, en el último mes, Israel recibió dos ataques que han sido atribuidos a la República Islámica: la explosión de un carguero israelí en el Golfo de Omán y el derrame de toneladas de crudo en las costas del país.
Todas estas acciones nos sugieren que Teherán se siente muy cómodo -al menos hasta el momento- con la posición asumida por la nueva administración de Estados Unidos en la región. Le permite operar con un alto grado de impunidad.
El régimen iraní está midiendo la tolerancia de la Casa Blanca. Busca imponer nuevas reglas de juego en su área de influencia. Lo preocupante es que Biden, al sostener una posición excesivamente conciliadora con Teherán, pareciera estar cediéndole todo el terreno que necesite para avanzar en sus objetivos.
Para frenar a Irán el diálogo no es suficiente. Es necesario dar una respuesta militar contundente y en posiciones esenciales a sus propósitos expansionistas en la región.
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