El mundial de la infamia
El mundial de Qatar 2022 está a la vuelta de la esquina. Se va a realizar, lo más seguro, a pesar de la pandemia que hoy sacude el mundo, de ser organizado en un país con un régimen dictatorial y de que sea mano de obra esclava la que haya construido los estadios y toda la infraestructura necesaria para que el espectáculo se ponga en marcha. La pelota debe rodar, a pesar de todo esto.
En la historia de los mundiales ha existido más de un caso que ha maculado el espectáculo deportivo, debido al contexto político del país anfitrión. Los más paradigmáticos en este sentido: el mundial de Italia, en 1934, en tiempos de Mussolini; y el de Argentina, en 1978, durante la dictadura militar de Rafael Videla.
Pero ni Mussolini ni Videla se sirvieron de esclavos para construir los estadios en los que se realizaron los partidos de fútbol, ni los hoteles y hospitales de sus alrededores. En este sentido, podemos asegurar que este mundial será distinto a los anteriores. Qatar 2022 será un mundial manchado de sangre como ningún otro en la historia.
El padecimiento de los trabajadores esclavizados
El año pasado (2019), la televisora alemana Sport Inside, informó sobre las condiciones infrahumanas que tenían que soportar los trabajadores que participaban en las obras para el mundial. En la mayoría de los casos se trata de mano de obra proveniente de países como Nepal, India o Bangladesh.
Uno de los obreros entrevistados confesó:
“Somos 120 trabajadores atrapados aquí. Somos prisioneros. Siempre comemos pan y agua. Sin dinero no podemos gastar en algo más. Mes a mes la situación empeora. No puedo seguir más. Solo quiero ir a casa. Ni siquiera podemos llamar a nuestras familias en Nepal”
Los trabajadores, además, son sometidos a una estricta vigilancia y, al igual que el tipo de relación que se establecía en tiempos coloniales entre un negrero y un esclavo africano, estas personas quedan, desde un primer momento, sometidas al maltrato continuo de un “patrón”. Este sistema esclavista de patronazgo es denominado “kafala” y es muy común en el país árabe.
En el reportaje de Sport Inside se puede apreciar una habitación ruinosa y minúscula, habitada por ocho obreros. En el edificio viven unas 200 personas hacinadas, entre cucarachas y olor a excremento y orín.
Otro de los entrevistados, de nombre Adi Gurung, declara:
“A veces me pregunto si no sería mejor estar muertos. Tenemos que ser rescatados de esta situación porque también la padecen nuestras familias en Nepal. Mi esposa y mis hijos la pasan pésimo. No les he podido enviar dinero en 8 meses. Alguien debe ayudarnos”.
Los periodistas ingresaron al lugar portando cámaras escondidas. Se les advirtió antes que podían ser arrestados por estar en ese sitio.
El esclavismo como modelo en Qatar
Desde el año 2015 que Amnistía Internacional, entre otras ONG de gran prestigio internacional, viene informando sobre las condiciones infrahumanas a las que se somete a la mano de obra inmigrante en Qatar. En ese mismo año se contabilizó un promedio de dos muertos por día en las obras para el mundial 2022.
En este país árabe, pese a ser uno de los más ricos del mundo, no existen los sindicatos y los empleados, oprimidos bajo el modelo “kafala” o de patronazgo, son una pertenencia del patrón, de quien dependen absolutamente en todo. Los trabajadores no cuentan con derechos laborales de ninguna clase.
Cabe señalar, además, que la designación de Qatar como sede del mundial de fútbol 2022, constituye en sí un capítulo lamentable dentro de lo que fue el gigantesco escándalo de corrupción conocido como FIFA Gate, salido a la luz en 2015. En este se denuncia la existencia de sobornos ofrecidos por autoridades qataríes a miembros de la FIFA, a cambio de optar por el país árabe como organizador del evento deportivo.
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