El índice Gini y la renta per cápita son dos maneras de medir la desigualdad y la forma en que se distribuye la riqueza en una nación. Las estadísticas enfocadas en estos indicadores señalan que la renta per cápita iraní ha ido cayendo con el paso de los años.
Cuatro décadas de pésima gestión económica
El director de la Cámara de Comercio iraní explicó que, durante las cuatro décadas que siguieron a la revolución, la República Islámica mantuvo una inflación de un solo dígito solo durante cuatro años. El resto del tiempo se mantuvo en los dos dígitos.
Como se sabe, esto tiene como consecuencia el alza de precios, la reducción del poder adquisitivo y la pérdida de la calidad de vida. Todo esto es producto de políticas económicas equivocadas adoptadas por el régimen, síntoma de incompetencia y corrupción en todas las áreas del estado.
Luego de que Estados Unidos abandonara el acuerdo nuclear, las compañías internacionales le dieron la espalda a la nación persa. Esto tuvo como consecuencia un derrumbe en las exportaciones de petróleo. Las reacciones del régimen no pudieron ser peores.
Se decidió manipular el tipo de cambio, pedir préstamos al banco central, vender empresas y fábricas estatales e influir en el mercado de valores. Los especialistas subrayan que todas estas medidas son consideradas “técnicamente erróneas” por la disciplina económica y es natural que hayan espiralizado la estanflación de los últimos años.
Según el régimen, la culpa es siempre de los Estados Unidos
El vicepresidente iraní declaró días atrás que “las sanciones han reducido los ingresos de Irán en unos 100.000 millones de dólares”.
Luego añadió:
“Si no fuera por las sanciones, se habrían invertido 100.000 millones de dólares en el país, aumentando la renta per cápita y reduciendo la pobreza”.
Culpar a los Estados Unidos de todos sus fracasos económicos y de su corrupción sistémica ha funcionado siempre como un mantra para el régimen, al cual echa mano cada vez que se presenta una nueva situación dramática que hace padecer a su población. De esta manera eluden sus responsabilidades como gobernantes.
Si bien las sanciones se han hecho sentir, antes de ellas la República Islámica ya sufría el derrumbe de su economía. Muchos especialistas consideran, incluso, que las sanciones no han logrado profundizar demasiado en el sentido de la caída estrepitosa de la economía iraní.
El problema central no son las sanciones ni la falta de inversiones. El drama estructural que castiga a toda la sociedad es la corrupción institucionalizada y la pésima gestión estatal por parte del régimen.
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