Un académico británico asegura haber huido del país persa a través de una frontera montañosa. Había sido condenado a 9 años de prisión por “haber colaborado con un gobierno hostil”.
Escapó por temor a no volver a ver a su hijo
Kameel Ahmady es un atropólogo social dedicado al estudio de la mutilación femenina y el matrimonio infantil en el país persa. Ahmady cuenta que tomó la decisión de huir cuando quedó en libertad bajo fianza luego de ser condenado a 9 años de cárcel. Lo que lo impulsó a hacerlo es que temía no volver a ver a su hijo pequeño.
Explicó:
“Simplemente me fui. Hice mi maleta con un kit de afeitado, unos cuantos libros míos y un ordenador portátil, y creo que un pijama… y ropa de abrigo”
El académico fue detenido por supuestos vínculos con servicios de inteligencia extranjeros. Su destino fue la prisión de Evin, en Teherán, en donde fue víctima de la llamada “tortura blanca”, un tipo de agotamiento psicológico que aplica el régimen con ciertos prisioneros.
Tras esto fue liberado bajo fianza y posteriormente condenado a finales del 2020 y multado con 650.000 euros. Se lo acusó de recibir “fondos ilegítimos” y colaborar con “instituciones subversivas”, según informó el canal de noticias iraní Tasnim.
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Los medios de prensa iraníes informaron que Ahmady recibió su condena por parte del Tribunal Revolucionario de Irán, por colaborar con embajadas europeas en la promoción de la homosexualidad, por frecuentar Israel como periodista de la BBC, por ponerse al servicio de medios de comunicación occidentales hostiles y por comunicar a funcionarios de Naciones Unidas falsos informes sobre el país relacionados con los derechos humanos.
Una nueva vida para el antropólogo
En estos momentos Ahmady está viviendo en Londres junto con su esposa y su hijo. Aseguró que desconoce si las autoridades de la República Islámica se enteraron de su fuga.
Al momento de la fuga tomó los caminos usados por contrabandistas turcos e iraquíes, a través de la densa nieve fronteriza, eludiendo las patrullas iraníes.
Ahmady agregó que, en todo momento fue consciente de que como “investigador enfocado en temas delicados”, en un país con un régimen totalitario como el iraní, en cualquier momento podía ser encarcelado o incluso sufrir algo peor.
“Siempre supe que soy un activo atractivo y potencial”, dice. “Pero eso no significa que haya hecho algo malo”.
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